EL METRO PRESIDENCIAL
Sobieski De León
Cuando el Metro partió aquel día con su destino programado, en sus mullidos asientos sólo llevaba presidentes. Aquella media isla era un Estado insólito. (Algunos insistían que más que insólito era “fallido”).
Uno de los pasajeros –que había perdido la vista- nunca vería al heredero de su maldades, al tiempo que ni le importaba. Otro, ya sin memoria, ni sospechó siquiera que bien pronto sería bajado del Metro por sus discípulos.
El tercero fue más patético que los anteriores pues tiró por la borda la vergüenza y se ensució las manos en una poblada.(Tan desvergonzado era que se pasó todo el trayecto, indiferente, mirando por la ventanilla la miseria circundante, atravesada por la vía férrea como una daga).
Otros dos que le siguieron perdieron por completo la moral en medio de chistes, malas palabras y malabarismos conceptuales, a tal punto que, Satanás lleno de admiración por estas conductas traicioneras de los designios de Dios, en un acto de poder satánico descarriló los vagones y se los llevó al infierno.
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