Saturday, June 30, 2007

LOS AMIGOS DE SANCHEZ

Sobieski De León Lazala

“…Los muertos sí hablan; los huesos, te lo dicen todo…”
Fernando Luna Calderón
Antropólogo Dominicano


Dentro de poco traerán a nuestra ciudad a los amigos de Sánchez. Depositarán sus heroicas osamentas en un mausoleo que para tal fin se hace en el cementerio municipal de San Juan de la Maguana. Nuestro cementerio, es un lugar histórico. Cuenta la tradición y documentos de historiadores, que en él, debajo de una mata de “guácima”, fusilaron a Francisco Sánchez del Rosario y a sus compañeros de lucha, cuando fueron traicionados y emboscados en El Cercado, por los hermanos Fructuoso y Santiago D’Oleo, santanistas comprometidos con nuestro insigne héroe y mártir, y posteriormente traicionado por ellos. El traidor venía ya en el grupo de los
restauradores camuflado de “amigo de Sánchez”, bajo del nombre de Romualdo Montero. Paradójicamente, aunque había sido denunciado por el propio patricio durante el juicio que se le siguió posterior a su captura, el traidor logró colarse en la Historia como uno de los compañeros de Sánchez, según apuntara en una ocasión el historiador vegano J.Agustín Concepción.

¿Por qué traen a San Juan de la Maguana, a los amigos o compañeros mártires de Sánchez? Los traen, porque el 10 de abril de 1998, cuando se hacía una amplia excavación para la realización de una cisterna dentro del marco de la remodelación del Parque Sánchez., aparecieron unas osamentas en el mismo lugar que dice la tradición y algunos documentos que fueron juzgados por un tribunal santanista.

Sánchez, entró con sus compañeros restauradores por Juan Santiago, cerca de Hondo Valle, en la frontera con la hermana República de Haití, y cuya misión era tomarse militarmente la guarnición de El Cercado. Dentro del grupo, había un traidor: Romualdo Montero, emparentado con los hermanos Fructuoso y Santiago D’Oleo Montero, jefes militares santanistas encargados del puesto militar. Hechos prisioneros y heridos algunos, entre ellos Sánchez, fueron conducidos ese mismo día, 3 de julio de 1864, a San Juan de la Maguana, para ser juzgado por “traidores a la Patria”. El jefe militar de la ciudad lo era el santanista general Eusebio Puello, siempre al lado de las peores causas nacionales.

Confabulados con los patriotas expedicionarios estaba el general José María Cabral, héroe de Santomé, y el capitán Pedro Alejandrino Pina, que Esperaban en Las Matas de Farfán. Desconectados del grupo por la traición, fueron puestos a salvo por Timoteo Ogando, conocedor palmo a palmo del lugar, cruzando la frontera y llevándolos a Haití. Timoteo Ogando hizo el mismo ofrecimiento a Sánchez, pero éste se negó prefiriendo permanecer con sus compañeros y correr la misma suerte.

El profesor Carlos Vicente Castillo Mateo, historiador de la ciudad, sienpre ha sostenido, junto a prácticamente la mayoría de quienes hablan sobre el hecho, que el tribunal que juzgó a Sánchez y sus compañeros de martirologio “estuvo en la esquina noroeste del actual Parque Sánchez, entonces plaza pública de la ciudad”. Los documentos históricos recogidos por historiadores como Lovatón y Demorizi, afirman lo mismo. De modo, que no hay un solo testimonio en contra del lugar preciso donde se montó el tribunal santanista, “bajo una enramada cobijada de canas y palmas”, presidido por un enemigo personal de Sánchez, el santanista Domingo Lazala.

En este mismo lugar del Parque Sánchez, mientras los obreros dirigidos por el arquitecto Rafael Morillo, excavaban la cisterna, aparecieron las osamentas humanas pertenecientes a doce hombres. Yo estuve allí, junto a los antropólogos del Museo del Hombre Dominicano, Fernando Luna Calderón, sub-director, y Glenis Tavárez María, asistente, quienes fueron llamados como expertos en ciencias antropológicas para dilucidar el hallazgo. Luna Calderón, hizo un doctorado en el Smithonian Institute, de Washington, Estados Unidos de Norteamérica.

Doy fe pública, por primera vez, de lo siguiente: Yo encontré en la fosa abierta donde aparecieron las osamentas, un botón de uniforme militar y un clavo plano por sus cuatro lados de cabeza igualmente cuadrada, dicho clavo tenía un aspecto triangular, pues su anchura desde la cabeza hasta la punta, iba descendiendo. En cuanto al botón militar, tenía la fecha de 1800…y tanto (¡no recuerdo los últimos dos números!). Recuerdo que comentamos sobre el lugar, que el botón era de la misma época en que vivieron los restauradores. Emocionado (cualquier cosa encontrada allí emocionaba), llamé a los antropólogos diciéndoles: -“Encontré un botón y un clavo”. Procedí a entregarlo a Luna Calderón, quien examinándolo, expresó: “Parece el botón de una chaqueta militar”. El clavo estaba prieto, tenía un color marrón oscuro, canela oscuro y medía unas dos pulgadas de largo.

¿Habían clavado alguna caja de madera con ese clavo? Por ningún Lado vi madera entre las osamentas de la fosa, tampoco los antropólogos la vieron, y así lo hace constar Luna Calderón, en su informe. Desde el primer momento asocié el botón militar que encontré a la época de los restauradores, quienes fueron fusilados y matados a palos, machetazos y sablazos, el 4 de julio de 1864. Cuando llegué a mi casa, dibujé en un papel la forma del clavo e hice otros apuntes sobre el hallazgo del Parque Sánchez.

Los representantes del Museo del Hombre Dominicano, Fernando Luna Calderón, y Glenis Tavárez María, en conversación con el arquitecto Rafael Morillo, concluyeron que lo más conveniente era depositar esas osamentas en el Museo del Hombre Dominicano (el arquitecto Morillo, las tenía guardadas en su oficina improvisada de madera, en fundas de cemento). De modo, que las osamentas fueron llevadas al Museo, a Santo Domingo, hasta que se terminaran los estudios de los huesos y se diera un informe concluyente del hallazgo.

Por tal razón, ahora, los restos encontrados en el Parque Sánchez de San Juan de la Maguana, vuelven de nuevo a San Juan, desde Santo Domingo, acompañados de una Alta Comisión de Historiadores y Oficiales de nuestras Fuerzas Armadas dominicanas, entre los cuales el Vice Almirante Francisco Manuel Frías Olivencia, general Rafael Pérez y Pérez, y general (r) Ramiro Matos.

Desde el mismo día que Luna Calderón, convocó una rueda de prensa y un conversatorio en el mismo lugar del hallazgo, frente a periodistas y público en general, para dar a conocer los resultados preliminares de su estudio en el terreno, empezaron las dudas sobre si eran o no esos huesos los de los compañeros de Sánchez. Un ingeniero e intelectual sanjuanero expresó, que al lado de las iglesias, “siempre había un cementerio, para dar cristianas sepulturas a las gentes del pueblo”. Por otra parte, un profesor “sanchista” sostenía a capa y espada que “Sánchez y sus compañeros, habían sido fusilados, apaleados y matados a machete y sable, en el cementerio municipal, y enterrados allí mismo en una fosa común. No entendía entonces, cómo pudieran ser estos huesos, los de los compañeros de Sánchez, y pedía explicaciones de cómo aparecían ahora en el Parque Sánchez”. Sin embargo, aceptaba que el tribunal que juzgó a nuestro patricio y sus amigos, sí se encontraba en este lugar.

Soy médico, y aunque no soy especialista forense ni antropólogo, cursé, dentro del currículum de la carrera de Medicina, una materia llamada “Medicina Legal”. Soy profesor de Anatomía, y enseño a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en San Juan de la Maguana, conceptos sobre el cuerpo humano. Sé, lo que es una fractura del cráneo con hundimiento producida por un objeto contuso, y conozco una herida de tejidos blandos con fractura en “bisel” de un hueso; conozco la fractura “conminuta” como la producida por un arma de fuego (bala).

Fernando Luna Calderón, me enseñó en el Parque Sánchez, el 10 de Abril de 1998, todas estas características que él encontró en los huesos de la fosa abierta. Ambos estuvimos de acuerdo en esto. Fuimos compañeros de estudio en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tanto en el Colegio Universitario como en los primeros años de Medicina, que él abandonó bien pronto para dedicarse a su más irresistible pasión: La Antropología. Tuvo el privilegio de estudiar en el famoso “Instituto Smithsoniano”, de Washington, la capital de los Estados Unidos de Norteamérica. Siempre estuvo al lado de uno de los pioneros de la Antropología y la Arqueología dominicana, el doctor Marcio Veloz Maggiolo. Trabajó profusamente junto a él, en el Norte, en el Este, y en Azua, realizando excavaciones, así como en otros países tales como Ecuador, en Collores y Tibes (Ponce, Puerto Rico), enLa Habana y Oriente de Cuba, Cabo Haitiano (Haití), Martinica, en Quibor (Venezuela), Trinidad. El ejercicio de su carrera de Antropología lo llevó a diferentes países como: México, España, Francia, Italia, Alemania, Cuba, Martinica Guadalupe, Saint Kitts, Colombia, Puerto Rico, Panamá, Jamaica, Aruba y Curazao.

Fernando Luna Calderón, fue el descubridor de “La Presencia de Sífilis Pre-Colombina en las Antillas”; rescató e identificó los héroes de Junio de 1959, los héroes de la Restauración de Santiago, los ex – presidentes Ulises Heureaux (“Lilís”), José Pepillo Salcedo, Pedro I. Espaillat, el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, la heroína Concepción Bona y el poeta Gastón Fernando Deligne, entre otros.

La Historia, hemos aprendido, se hace con testimonios de protagonistas de los hechos, con relatos de personas que vivieron una determinada época, con datos de la llamada “tradición oral”, y con las más variadas opiniones y punto de vista. Pero sobre todo y por encima de todo, con “documentos y datos objetivos”. La Historia, es una ciencia, y como tal, se debe a un “método científico”, de modo, que hay “métodos específicos de investigación”, que debe seguir todo investigador de la Historia.. Una cosa es clara: Si no hay documentos o datos objetivos, sobre un hecho histórico o una interpretación histórica, ésta, es susceptible de no ser tomada en consideración por caer en subjetivismo es decir, en la “suposición”, por lo que perderá credibilidad. La Historia no puede hacerse de “oído”, sino que se alimenta de realidades concretas.

Si afirmamos que nuestros indios taínos enterraban a sus muertos en cuervas porque hallamos encontrado un esqueleto en una cueva, la conclusión es evidente. Intentar reconstruir esa sociedad tal como era es misión del antropólogo y del historiador (ambas cosas se hallan fusionadas en el antropólogo). Si más tarde se encuentra un cementerio
taíno con esqueletos acuclillados, y objetos de su cotidianidad ente rrados con ellos, la conclusión no es, que los indios taínos no enterraban sus muertos en cuevas sino en cementerios. La interrogante es por qué los indios enterraban sus muertos unas veces en cuevas y otras veces en cementerios. Ambos hallazgos pueden corresponder a la verdad histórica. Verdad fragmentada en dos verdades.

La verdad, no es absoluta. Pueden haber varias verdades fragmentadas.

Quienes dudan de la autenticidad de los restos encontrados en el Parque Sánchez, como pertenecientes a los compañeros del Mártir de San Juan, y hacen preguntas a diestras y siniestras basándose en sus argumentos particulares, nosotros nos permitimos a la vez, formularle dos interrogantes. Primero:¿Están absolutamente seguros de que los cadáveres de Sánchez, y sus amigos, arrojados en una fosa común debajo de la guácima del cementerio municipal, no fueron alguna vez removidos?.

Nadie puede negar hoy día, que los restos del patricio Sánchez, fueron recuperados del cementerio sanjuanero sin ninguna duda, “porque estaban envueltos en una bandera dominicana y en una hamaca”.

Esos son, precisamente datos que toma en cuenta un antropólogo para llegar a una conclusión previo un estudio en el terreno. A esos restos, se le rindieron honores en el Panteón Nacional, sin dudar que eran los restos de Sánchez, y luego, fueron colocados en el mausoleo del Altar de la Patria, en el Parque Independencia de Santo Domingo.

Nuestra segunda interrogante a los “incrédulos” y poseedores de la Verdad Absoluta sobre “Sánchez y sus Amigos” es la siguiente: ¿Están seguros que una vez juzgados en la Plaza Pública (hoy Parque Sánchez), el odio visceral que tenía el tribunal santanista presidido por Domingo Lazala, un enemigo “personal” de Sánchez, y la impaciencia del comandante del pelotón de fusilamiento que esperaba el veredicto final, general Antonio Alba Alfau, quien patearía el cadáver del condenado a muerte de antemano para decirle: “!Ríete ahora, negrito figurero!”, si están seguros, repetimos, que estos buitres ávidos de cadáveres no se precipitaran sobre sus presas, y fusilaran, apalearan y asesinaran a sable y machete, parte del grupo de los veintiún restauradores?

Los hallazgos concretos, objetivos del antropólogo Fernando Luna Calderón y su compañera de investigación Glenis Tavárez María, en las osamentas del Parque Sánchez, reproducen y demuestran todas las características que los documentos históricos en poder de ellos que describen la forma en que fueron asesinados los mártires de San Juan. Los documentos de los dos más connotados historiadores sanchistas: Ramón Lugo Lovatón, y Emilio Rodríguez Demorizi, coinciden con la conclusión de los investigadores. El botón de los años 1800 (posterior a la Independencia Nacional de 1844), y los restos de cerámica perteneciente a dicha época, ubican los restos en una época histórica precisa.

Nosotros cerramos fila con Luna Calderón y Tavárez María. Creemos a la luz de la ciencia, los datos históricos y las pruebas encontradas que los restos de esos doce hombres, pertenecen a “los amigos de Sánchez”.

Honremos pues, su memoria ungido de amor patriótico, recibiendo el próximo 4 de julio del 2007, en el 143 aniversario de su conversión en héroes y mártires de la República, sus restos, en esta nueva morada que debemos ver como prolongación en el Sur, del Altar de la Patria.