Tuesday, June 17, 2008

Cuentos: Para leer en el metro

Sobieski De León Lazala, literato y médico de San Juan de La Maguana.

EL METRO
Cuando el hombre entró al Metro y vio su figura reflejada en el espejo del vagón 7, se dio cuenta de inmediato que no valía ni una guayaba podrida.

EL CONDUCTOR
Lo habían entrenado seis meses atrás en un curso especial realizado en Madrid. Todo fruto de la previsión de los ideólogos de aquel hito de progreso que sería pronto inaugurado. La gente del gobierno estaba satisfecha. Él, era un hombre provinciano correcto y honesto. Nadie entendió por qué tomaba aquella decisión si su trabajo era el producto del mérito ganado. Ni mucho menos aquella respuesta absurda para quienes le escuchaban. La máquina, con todo y su modernismo no conducía a ninguna parte. Estuvo siempre convencido desde el principio.

VAGON 13
El pasajero del vagón 13, enloquecido por el impacto de tanta tecnología incomprensible desde todo punto de vista para él, decidió abandonarlo en el Kilómetro 28.

LA RABIA
Lo que más enfurecía a ese infeliz que se había pasado toda la vida trabajando duro sin poder progresar ni una pulgada, era aquella cifra que su cerebro no alcanzaba a desglosar en su interminable secuencia de ceros. Sabía de su importancia por el orgullo con que apenas cuatro o cinco defensores del gobierno la esgrimían ufanos en los periódicos y otros medios de comunicación. Su ignorancia y la de millones de gente como él nunca entenderían qué significaban cuarenta mil millones de pesos administrados por tan sólo dos hombres, el presidente y el director general de la obra de aquel país absurdo y miserable. No, nunca iba a entenderlo como tampoco comprendía en su desesperanza por qué no podía comprar ni siquiera los lápices de colores que su pequeño necesitaba para colorear sus dibujos escolares.

JESUS
Antes de salir del Metro aquel 27 de Febrero de 2008, Jesús ya había caído dieciséis veces en cada una de sus estaciones camino del calvario. El pueblo no había sido aún redimido de los ladrones, escribas y fariseos.

Cuento para agregar al Metro

EL METRO PRESIDENCIAL

Sobieski De León

Cuando el Metro partió aquel día con su destino programado, en sus mullidos asientos sólo llevaba presidentes. Aquella media isla era un Estado insólito. (Algunos insistían que más que insólito era “fallido”).

Uno de los pasajeros –que había perdido la vista- nunca vería al heredero de su maldades, al tiempo que ni le importaba. Otro, ya sin memoria, ni sospechó siquiera que bien pronto sería bajado del Metro por sus discípulos.

El tercero fue más patético que los anteriores pues tiró por la borda la vergüenza y se ensució las manos en una poblada.(Tan desvergonzado era que se pasó todo el trayecto, indiferente, mirando por la ventanilla la miseria circundante, atravesada por la vía férrea como una daga).

Otros dos que le siguieron perdieron por completo la moral en medio de chistes, malas palabras y malabarismos conceptuales, a tal punto que, Satanás lleno de admiración por estas conductas traicioneras de los designios de Dios, en un acto de poder satánico descarriló los vagones y se los llevó al infierno.