Sunday, January 08, 2006

Don Barón del Giudice Marchena HA MUERTO


¡ Presente! ¡ Presente!


Por: Sobieski de León

Don Barón del Giudice Marchena, el más famoso y talentoso abogado de Macorís del Mar, ha muerto. Biológicamente ha completado su ciclo vital y ha retornado a los rnismos elementos quo le dieron origen: A, los elementos cósmicos. “ ¡El hombre está hecho do polvo de las estrellas!” dijo un filosofo de Nicaragua Don Barón de Giudice Marchena, estrella que fue en su discurrir en esa tierra pródiga en talentos que es San Pedro do Macorís, ha cesado en su aliento vital. Nos queda su biografía, su anecdotario, sus obras, sus rnagistrales defensas jurídicas en los tribunales de San Pedro do Macorís; su ejemplo do ente social sobresaliente en un medio tan difícil como es la Sociedad Humana, jungla de egoísmos y competencias desleales, de mediocres y octocres queriendo imponerse sobre la experiencia, el. academicismo y la excelencia intelectual de los pocos cultivadores del espíritu emprendedor.



La muerte nos hace un gran favor de varias maneras cuando la carne sufre y se empantana, y se mete en un circulo vicioso incompetente, y ya no quiere reír ni disfrutar de las múltiples bellezas que inunda al mundo.



Cuando esta vida temporal empieza a negarse al disfrute espontáneo del placer que es vivir, y los ímpetus, el ánimo, la adrenalina circulante, la bendita testosterona, las endorfinas que dan ese gusto cerebral que es goce sostenido sobre los rieles de la existencia; cuando la sístole y diástole de nuestro inmenso corazón da las primeras señales de agotamiento vital continuando en una carrera alocada, incontrolable, que varía el ritmo musical con que veníamos ejecutando nuestro paso-doble encantador en el Salón do Espectáculo individual, personal, la Muerte, en medio de ese cambio de ritmo que va conduciendo a la nada del ser, nos hace un gran favor. ¡Bienvenida seáis siempre, encantadora Muerte, novia eterna de la vida de los hombres que ya no pudieron sostener su espada de lucha en alto, por el peso de tu pasión y de tu amor, de tu cálido abrazo que nos funde y derrite en agotadas ansias.



Jodorovsky, escritor chilena sentencia que “uno es, su familia…”



Don Barón del Giudice Marchena, creó la suya como hacía todas sus cosas:

De manera prolífica: Pedro, Ike, Carlos, Víctor, Jósian, Gladys, Roque, Robertino, y aquella primera hija, que en plena e irradiante juventud- casi



adolescencia-, la Muerte arropó tempranamente bajo forma de tumor cerebral. Bien sabe Macorís del Mar y su esposa Doña Gladys Knipping, cuántos medios desplegó Don Barón para disputársela a la Muerte, Aquella vez también, fue más fuerte Ia amorosa Muerte.



Todos profesionales, excepto Pedro- el mayor-, y Robertino- el menor-, en una época en que para estudiar en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, había que tener una tía bondadosa y una corazón personal de acero para soportar lo que se iba a venir encima al osado u osada que ‘ntentara tal sueño de superación personal. Ciertos padres empleados públicos de segunda a tercera en la administración publica, empujados y acicateados constantemente por sus mujeres (de más visión y abnegación que ellos), solían mandar a sus hijos, estudiantes en Santo Domingo RD$20.OO mensuales para que se ayudara con la comida lavado y planchado de ropa, transponte y diversión (¿Y cabía diversión?) de sus hijos estudiantes en casa tías..



Don Barón Giudice Marchena, tuvo un momento de su vida que envió, no uno, sino cuatro hijos al mismo tiempo, y no en casa de familiares, puesto que toda su familia residía en San Pedro, sino a pensiones, y pensiones en la mismísima “Zona Universitaria”, por esta razón las más caras de la capital. Por cada hijo en pensión pagaba $80,.00, es decir, RD $320.00 mensuales sin el estipendio para “gastos personales que daba a cada hijo e hija.. Magnifica demostración de poder productivo desde su profesión de abogado, y de amor a sus hijos.



Doña Gladys Knipping, de apellido y costumbre de varonesa alemana, vivía en un pedestal de orgullo en medio de aquella familia: Los del Giudice Knipping Era la matrona, el vientre prodigo de aquel derroche de felicidad conyugal y filial. Don Barón de Giudice Marchena, tenia en su pedestal a su mujer. ¡ Bien que lo merecía ! Ambos-en su amor-, se sentían orgullosos recíprocamente . Tal vez, Don Barón no hubiese sido el abogado que fue sin esa pequeña-gran mujer que era Doña Gladys Knipping, a su lado.



Hay muchas anécdotas de Dan Barón del Giudice Marchena. ¡Muchas ¡ Anécdotas que retratan eli esplendor del abogado más famoso de Macorís del Mar. Don Barón era inteligente, tenia chispa, sagacidad, astucia, era un zorro imbatible. Nunca perdió un pleito en los tribunales donde lidiaba. Literalmente terminaba siempre metiéndose en un bolsillo, a abogaduchos mal preparados (y aun a los preparados), a fiscales y jueces, que debatieran con él, asuntos procesales.





En San Pedro de Macorís, todos querían ser defendidos par “Don Barón”. Era una especie de “Máquina de producir dinero”.



Una vez unos hermanos están en disputa por una herencia a raíz .de la muerte del padre. Todos deciden buscar como abogado a Don Barón del Giudice, para poner fin a la litis. -¿Cuántos herederos son ustedes?, Se dirige al representante de los hermanos, ofuscados por la cantidad de dinero a heredar.

-¡ Somos seis!, , responde el cuestionado a “Don Barón”

-¡ Eran seis!, remata jocoso y verídico, Don Barón del Giudice Marchena, ¡ahora somos siete!



Otra vez, Don Barón del Giudice Marchena es acusado de presuntuoso; tiene el mejor aparato de música de la ciudad que acaba de adquirir con el producto de su trabajo profesional, aparato musical cuyos sonidos son de una perfección tal que se oye individualizada la caída de una gota de agua en medio de la tempestad. Cada instrumento de la orquesta tiene un micrófono particular para destacar la calidad de su ejecutoría que el aparato hace salir por las potentes y sensibles bocinas.

-¿Por qué ha dado usted tanto dinero por un aparato como ése? pregunta curioso el difamador

-Es que si ponía todo el dinero apilado en et piso a muy juntito cada billete, uno al lado del otro, no me iba a dar el placer espiritual que me da el sonido de ese aparato.



“Chichí Ochoa”, es la mejor de todas las anécdotas de Don Barón del Giudice Marchena. A raíz de un case que defendía en el Tribunal de San Pedro de Macorís, viéndose en cierta forma acorralado por la barra acusadora y el Representante del Ministerio Público, y habiendo ya agotado todo el arsenal teórico-jurídico de la preparación del caso, acudió a un ardid demoledor; citó como ultimo recurso para con su defendido al eminente tratadista y jurisconsulto “Chichi-Qchoa”, en un argumento que nadie podía rebatir y que necesariamente daba al triste can la Libertad de “su defendido”. Por tal razón, según “Chichí-Ochoa, su defendido tenía que ser favorecido con la sentencia.

No pudiendo rebatir la “jurisprudencia” del autor citado, todos concluyeron. en darle la razón a Don Barón, que ganó el pleito en medio de la frustración de acusadores y el Ministerio Público, quedando ante la audiencia coma “menos preparados” profesionalmente hablando.

Ya fuera de estrado, en plena calle, lleno de una curiosidad que le carcomía el espíritu, el representante del Ministerio Público, felicita la defensa en la persona de Don Barón. Conocedor de todos los autores citados en el Juicio, quiso indagar los datos sobre este nuevo autor que desconocía, para “agregarlo a sus conocimientos jurídicos

-Don Barón, ¿quién es ese autor, “Chichí Ochoa”, que usted citó?

-No, hombre, no…que autor ni que tres cuartos, “Chichí Ochoa, no es más que uno de mis cocheros anodinos que conducen mi calesa.



Desde entonces, quedó registrado en las conversaciones populares de San Pedro de Macorís, la expresión “!Chichí- Ochoa!” (!encogiéndonos de hombros!), para dar a entender que no sabemos ni carajo de algo que se esta tratando y no estamos enterados.



Hay muchas, mucho más anécdotas de este hombre, que hoy 25 de Diciembre del 2001, acaba completar su ciclo vital despidiéndose materialmente de sus hijos, de su familia, de su barrio, de su ciudad, de su pueblo, de sus gentes, de sus litis judiciales.



Entra ahora en el favor que nos hace nuestra novia y amante, la muerte: Sin llagas ya que puedan causarle dolor en la carne que el tiempo maduró.



Entra ahora a una nueva dimensión. Diríamos que a otra forma de vida. Pero no a la “sobrenatural” de algunos, puesto que aún permanecerá con nosotros en medio de nuestra misma naturaleza, dentro de esa otra “realidad” que son nuestros recuerdos, nuestra mente, nuestro corazón, nuestro agradecimiento por haber compartido un fragmento de esta existencia temporal con quien hoy, desprendido de su sustancia corporal, sigue montado en su Quitrín o Calesa, asombrando a Macorís del Mar en su paseo habitual, irradiando energía como fotones reverberantes en las orbitas moleculares de la eterna, imperecedera Materia, que sólo cambia de apariencia en su devenir histórico.



Polvo cósmico era, y a polvo cósmico ha vuelto, para ser ahora más alto, la estrella que siempre fue: El mejor abogado, padre y esposo de Macorís del Mar…

1 comment:

Anonymous said...

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