Monday, May 01, 2006

CONVERSACION JUNTO A LA CATEDRAL

A Fernando Luna Calderón (‘‘Galeno’’)




















In memorian
(Nunca te olvidaremos)


Sobieski De León Lázala


En abril de 1998, los trabajos de remodelación del Parque Sánchez, avanzaban. Ingenieros y arquitectos, orientados por las autoridades de turno, habían cercado todo el perímetro con hojas de zinc poniendo a cubierto de las miradas del pueblo lo que de allí se planeaba.Curiosamente los trabajos de ‘‘remodelación’’ del parque incluían trabajos de ‘‘remodelación’’ en la catedral y su entorno. Todo era un secreto, y el tiempo que se tomarían estos trabajos nadie lo sabía. Tampoco el resultado final.

Una de las cosas que hacían los obreros juntos a la esquina noroeste del parque, lugar donde estaba la oficina del arquitecto Rafael Morillo, era una gran excavación para hacer una cisterna, inmensa cisterna por sus dimensiones, que entonces nadie sabia con que fin se hacía. El tiempo diría que se trataba de una cisterna que le hacían a ‘‘la iglesia ’’.
Esta excavación trajo como consecuencia, el hallazgo casual de numerosas osamentas humanas. Dada la voz de alarma, que empezó en boca obrera, la noticia llego el Museo del Hombre Dominicano, en Santo Domingo.

Dos especialistas antropólogos vinieron a San Juan de la Maguana con el fin de estudiar el ‘‘Hallazgo’’. Esos científicos dominicanos fueron el Dr. Fernando Luna Calderón, que había realizado estudios de especialización en el Instituto Smithsoniano de Washington, D.F; de los Estados Unidos de Norteamérica, y su inseparable compañera de investigaciones antropológicas e históricas, profesora Glenys Tavárez María.

Ambos además impartían cátedras de Historia Dominicana en la Universidad Pedro Henríquez Ureña.

A mí me unía una entrañable amistad con esos dos ‘‘locos’’. A Fernando, lo conocí en el Colegio Universitario en 1996, cuando éramos compañeros de aula. Le decíamos ‘‘Galeno’’, porque su afán era hacerse médico.

Fue el primer freudiano furibundo que conocí; de el me contagie de pan sexualismo freudiano. Luego conoceríamos al profesor Antonio Zaglul Elmúdesi, de quien fuimos alumnos en su cátedra de Psicología Humana.

El profesor Zaglul, era la reencarnación de Segismundo Freud, en la Republica Dominicana. Desde entonces, Fernando y yo, sellamos un pacto de hermosa amistad-hermandad hasta la muerte.

Nunca nos habíamos jurado ‘‘nada’’, pero bien sabíamos que era así.


A Glenys, empecé a quererla por función trigonometría: ‘‘Dos cosas iguales a una tercera, lo son entre si ’’, o insistiendo aun más en trigonometría: ‘‘El cuadrado construido sobre la hipotenusa, es igual a la suma de los cuadrados construidos sobre los catetos’’. Galeno y yo, éramos los catetos, y Glenys, nuestra hipotenusa. El resto era historia que se había ido agrandado, historia que se agrandaba cada vez que nos veíamos. Podía ocurrir que transcurrieran años sin vernos, pero cuando ocurría el encuentro, el tiempo se deshacía y…’’ parecía que había sido ayer…’’ Entones nos amábamos con ese amor revolucionario de antaño; ese mismo amor que llevaba dentro del pecho un sujeto que llamaban ‘‘Che’’.

Así pues junto la caseta del arquitecto Morillo, y la gran fosa abierta por los obreros ( ¡ y desde el día anterior excavábamos ya con cuidados antropólogos con mira a la recolección de osamentas, cerámicas y objetos mezclados con ella), unos tirados en plena tierra, otros sentados en piedras, algunos parados, y todos, juntos la catedral, se desato un vendaval conversacional tan rico y sabroso por su espontaneismo, que yo, previsor de que ‘‘esto seria histórico’’, tuve el tino de registrar para la posteridad.



Personas que Intervienen en el Conversa torio Improvisado.


Fernando Luna Calderón (antropólogo), Glenys Tavárez María (antropóloga), Sobieski De León Lázala (médico- cirujano), Angelo Valenzuela (pintor y Director Provincial del Consejo Presidencial de Cultura), Manuel Espinosa Rosario (periodista, representante del periódico El Nacional de Ahora, en San Juan de la Maguana), y dos personas más cuyos nombres desconocíamos, pero con signos de poseer dotes intelectuales.

Qué Dijeron Fernando Luna calderón y Glenys Tavárez María

Amos se refirieron a las osamentas encontradass en la esquina del parque Sánchez,de San Juan de la Maguana, al excavar una enorme fosa para la realización de una cisterna, dentro de los trabajos de remodeleación del mismo. Fernando dio una cátedra de historia. Para él, esos eran los restos de los compañeros del patricio Francisco Sánchez del Rosario.
El, vino bastante documentado respecto a lo que se le presentaba en estos momentos a investigar, como el hecho histórico de que a los compañeros de Sánchez, le cayeron a palos, a sablazos y a tiros en el mismo lugar en que los juzgaron. Probablemente habían enterrado una parte en este lugar, y otra, en el cementerio, a tres esquinas (manzanas) a lo sumo del parque, que era entonces una plaza pública.

Fernando, había dado órdenes de que le fueran agrupando los huesos por tamaño y cualquier objeto por insignificante que pareciera. Yo encontré un botón de camisa militar y una moneda del 1800 y tanto, que se leía clarito.
Fernando confirmó que se trataba de una chaqueta militar. Sánchez y sus compañeros habían sido fusilados y masacrados el 4 de julio, habiéndosele pasado juicio sumario el día anterior por orden expresa de Santana.
Algo que comprobaron los investigadores del Museo del Hombre Dominicano sobre el terreno, fue que los huesos presentaban signos de corte con sable u objeto cortante como machete (corte de bisel), áreas de fracturas conminutas y lesiones tipo hundimiento como cuando se usaba un objeto contuso (palo, o garrote). Para Luna Calderón y Tavárez María, no cabían dudas de que se trataban de los mártires compañeros de Sánchez... Esto venía a ser un gran descubrimiento histórico, y al mismo tiempo un palo noticioso. Manuel Espinosa Rosario, aprovechó el hecho y mandó una crónica del hallazgo a su periódico El Nacional de Ahora, que lo publicó en primera plana de uno de los domingos de marzo de 1998. la noticia recorrió la República, y provocó incluso celos profesionales en un hombre de la estirpe del profesor ¿comunista_ dato Pagán, que a la sazón era el Director del Museo del Hombre Dominicano. Fernando Luna calderón, era el Sub-director.

Como profesores de Historia, Fernando y Glenys, propusieron cosas de inmediato, o más bien pensaron en voz alta lo que debía hacerse con ese descubrimiento, ya que en última instancia eran las autoridades superiores a ellos, quienes tenían que tomar la iniciativa.

Fernando, era partidario de rendirle tributos a esos patriotas haciendo en el mismo parque Sánchez, una lámpara votiva (una llama eternamente ardiendo de agradecimiento patrio) a esos mártires, y poner sus restos óseos mortales, en un mausoleo que debía hacerse conjuntamente con la lámpara votiva.

Glenys, por su lado era partidaria de convocar inmediatamente a un Congreso de Historia sobre Sánchez y Sus Compañeros, para lo cual se podían poner en contacto con la presidencia de la Asociación o academia de la historia, con la cual tenía muy buenas relaciones. Vendría un bus de Santo Domingo, lleno de historiadores dominicanos y estarían dos días en san Juan, con los historiadores e intelectuales de aquí, abordando al tema sugerido.

Los directivos del Consejo Presidencial de Cultura, estuvieron maravillado con estas ideas brillantes de estos dos buenos dominicanos, antropólogos e historiadores.

Una cosa es cierta. Se produjo un “documento” de parte del consejo Presidencial de Cultura, en donde se expresaban todas estas ideas., pero debemos criticarle algo que no fue honesto. Nunca se dijo que estas ideas o propuestas eran de los investigadores y descubridores de los restos de los mártires de San Juan, compañeros de Sánchez: Fernando Luna Calderón y Glenys Tavárez María.

Continuará

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