EL POETA PIPE HERRERA, HA MUERTO

Sobieski De León


Leonidas Herrera Vidal –El Poeta Pipe-, ha muerto. Cayó fulminado por un infarto en plena salud aparente el sábado 31 de marzo. Su cuerpo fue entregado a la tierra el uno de abril, domingo de ramos de este año 2007. Dos días antes le ví erguido cruzar “La Estrelleta” bajo un quemante sol; lucía como siempre lució, rebosante de energía y entusiasmo: dos días después de mi última visión, estaba muerto.

Fue un poeta instintivo, popular, espontáneo, insistente, que vivía enamorado de embellecer la vida con la palabra y de estimular a la juventud con sus agolpados versos patrióticos.

Tres amores vibraron en su lira. El obispo José Dolores Grullón Estrella, lo dijo de frente a su cadáver: La Patria, su Familia y su Iglesia.
Fue un indiscutido buen padre y esposo cariñoso, un ciudadano meritorio forjado en el trabajo honesto y sencillo, y fue, un soñador de la patria, a la usanza de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.

Romántico al fin. Poeta al fin. ¿Qué es un poeta sino un soñador de la bondad para los necesitados de esperanza; un hombre que quiere compartir su visión y su dicha interior con los demás a través de la palabra, esa misma palabra que otros usan para encubrir y engañar, y los poetas, para desnudar y engrandecer.

Antes que “Pipe, El Poeta”, fue “Chalona”, “Pipe, El Billetero”, cuando trajo su alma impoluta, desnuda de maldad, de su terruño campesino y conquistara con su honradez y su humilde trabajo la ciudad y sus trampas. No se contaminó; decidió hacerse poeta porque le dio la gana y supuso que era un Olimpo desde donde podía irradiar sus sueños de paz.

No oí a un solo de sus hijos que no le agradeciera llorando frente a su cuerpo yerto, lo que hizo en vida por ellos; con sus billetes y quinielas, uno a uno, los fue llevando a la Universidad; otro testimonió de qué forma le enseñó el amor al trabajo incorrupto.

Su amor a la patria lo expresaba asistiendo a todo acto conmemorativo de recordación a la fundación de nuestra nación, o de los hombres y mujeres que hicieron posible ese otro sueño con su sacrificio y con su propia vida.
Insistía en su poesía popular y automática en imitar esos ejemplos. Al lado de intelectuales de su pueblo, él, un iletrado, tenía el orgullo de ser miembro del Instituto Duartiano de nuestra provincia.


El Poeta Pipe, fue además un militante de su Iglesia, un delegado de la palabra que vivía su fe. Siempre le ví en el camposanto despedir a nuestros muertos con hermosas palabras salidas de su corazón; nunca dejó ir a nadie a la eternidad sin un Padre-Nuestro y un Ave-María, que le acompañara el camino.

Sus últimas palabras fueron: “!Muero en Cristo!”.

Fue el único cadáver que oyó su propia voz despedirlo, y a su propia risa, reír. Poeta feliz hasta el último instante.

Recordaré a Pipe, caminando con su gran crucifijo al cuello, sus bolsillos llenos de mentas para repartirlas en gesto de solidaridad a sus amigos; amando y acompañando siempre hasta el final, a su compañera de vida; asistiendo a los actos culturales que olieran a poesía y a patriotismo; tolerando siempre a quienes no compartían su fe, y sobre todo, en esa insistencia de buscar en todo momento a alguien “que le ayudara a pulir sus poemas para hacerlos cada vez mejor”.

¡Descansa en paz, hermano poeta!

Con tu vida ejemplar quedas sembrado en el recuerdo de los que permanecemos en este Valle de Lágrimas, recostados en nuestros propios versos, como tú, que ahora duermes para siempre, en ese poema definitivo que es la Muerte.