Tuesday, October 03, 2006

“La Situación del Teatro en un país del Tercer Mundo”

Charla leída en San Juan de la Maguana

Iván García Guerra

Decir que se pertenece a “un país del tercer mundo”, no alcanza la categoría de definición: Haití es uno de esos conglomerados y Argentina es otro... ¡y cuantas abismales diferencias hay entre ambos!. Buenos aires, sin lugar a duda, es la capital del teatro mundial, y en el lar vecino... puede que pudiéramos considerar que éste no existe. Los dominicanos estamos en algún lugar medio, aunque ligeramente más inclinados hacia el segundo.

Es cierto que los tercermundistas compartimos características digamos lúgubres., pero muchas de esas lacras también laceran países de los otros mundos que se auto colocan en los primeros lugares. Baste como ejemplo la situación de los negros en New Orleáns en la gran potencia Estados Unidos de Norteamérica, sobre todo después del huracán Katrina.

Podríamos hablar mucho de tal materia., pero no es ése el tema de esta comunicación. Saltemos entonces las características miseriosas externas (reentiéndanse los bajos salarios, el desempleo y sus consecuencias, las carencias económicas y la delincuencia), y dediquémonos a otras deficiencias más cercanas al mundo artístico.

¿ A qué me refiero... Para desglosarlo satisfactoriamente necesitaría mucho más tiempo del que ustedes seguramente aceptarían., pero no se asusten trataré de esquematizarlo lo más posible.

En la configuración de un conglomerado de cualquier tipo participan varios factores: geográficos, raciales, genéticos, circunstanciales. Y los que han incidido en el nuestro, aunque comparten similaridades con varios de los que dieron forma a los demás estados latinoamericanos, tienen características muy particulares, que son las que constituyen nuestros específicos rasgos.

En los elementos previos (extiéndase la casi prehistoria) ya hay diferencias: no son lo mismo los aztecas, los mayas y los incas, que los diferentes grupos arahuacos, y esto produjo acontecimientos cualitativamente diferenciados en el enfrentamiento con los que llegaron.
Por supuesto, hablo de los europeos (españoles, portugueses, ingleses y varias etcéteras), también diferenciados.

Por otra parte, aunque la mayoría de esta llamada injustamente América fue conquistada por los iberos (lo cual enfocado ligeramente, podría parecernos como un constituyente igualitario)., los atractivos que ofrecía el Continente no eran ni por asomo similares a las agotables riquezas de las islas. Y ya esto marcó una irritante divergencia en la calidad social de los protagonistas de las diferentes acciones. Baste como ejemplo el caso de Hernán Cortes (disoluto joven de clase media alta quien venía, castigado por fechorías sexuales, al llamado Nuevo Continente), quien prefirió quemar sus naves, antes que volver a la soleada y pobre Villa de Azua de Compostela.

Aquí permanecieron los que, por su preparación (o mejor por la falta de ella), no podían o sabían aspirar mas que a sobrevivir más suavemente de lo que le permitían las paupérrimas condiciones en que había quedado España luego de la victoria contra los moros y la expulsión de los judíos. En ese sentido nuestro gran poeta y dramaturgo, Máximo Avilés Blonda, definió el terruño que nos ha tocado como u “trampolín”., o sea, el lugar para saltar a más prometedoras esperanzas.

En cuanto al paisaje (llamemos así a la geografía que nos soporta), además de nuestra condición insular, bastante aisladora (y perdonen lo que suena a redundancia), quiero referirme a una enervante anécdota de los años mil quinientos: Cuando Cristóbal Colón describía las características de “La Hispaniola” a la reina Isabel Primera (“la Católica” o la cruel inquisidora), le explicó con extrañeza que la vegetación que aquí había tenía raíces, las cuales, en vez de hundirse en la tierra permanecían fuera como garras: y la monarca, luego de pensar un rato concluyó: Tierra en donde no arraiguen los árboles, no arraigarán los hombres, ni dirán verdad”. Esto podría ser simplemente una opinión., pero contemplando nuestro devenir hasta hoy día, no deja de producirnos escalofríos.

Y ahora hablemos levemente de genética, enfocándola como las costumbres heredadas de los grupos constitutivos de nuestra sub raza: primero están los taínos, un grupo hedonísticamente pacifico., luego los levantiscos y arbitrarios españoles (elemento común con los del resto del centro y el sur americanos)., y en ultimo (por razones estrictamente cronológicas), los forzadamente desarraigados africanos, fogosos amantes de una anárquica libertad que bordea peligrosamente en libertinaje. Y este ulterior elemento, en todo territorio latinoamericano, sólo es superado cuantitativamente por los de la colindante república.

En cuanto a las circunstancias especificas ., o sea volviendo a la intrincada historia, y tratando de asearla un tanto de imprecisiones y mentiras, ¿Qué tenemos en el meollo, la médula, el hueso, debajo de la piel...

Desde Colón y su hijo, Ovando, los diferentes gobernadores, culminando con el inefable Urrutia (Carlos Conuco), la isla de dictadores: Santana, Báez, Hereaux (Lilís), Trujillo, Balaguer, y los muchos que lograban sacar las cabezas entre sus períodos, con muy pocas excepciones (entre las cuales no está el de Mejía), fueron establecidos, con el orden social, patrones conductuales que bien podríamos llamar, con propiedad lacras.

a.- La concesión de terrenos por motivos políticos, consuetudinaria mente asignados y reasignados con alegre veleidosidad, a los parciales del cambiante poder estacional y el derecho no escrito, “al pataleo” de parte de los que en busca de un modus vivendi no sienten pudor en esgrimir cualquier tipo de argucia para todo lo que se escapa al control de los también ilegales dueños.,

b.- la conformación de gobiernos que utilizan un falso paternalismo en provecho de su clase o simplemente personal, quienes manejan los bienes públicos en el supuesto beneficio de sus interesados y necesarios hijos votantes.,

c.- el irrepeto a un poder central, originado por el abandono a la Colonia de parte del Reino de ultramar, lo cual se proyecta de manera alarmante en todos los niveles., y

d.- la perdida del hábito del trabajo que se apoyaba en el trabajo esclavo, lo cual crea una parasitaria clase superior.

Y Hay más: pero, para explicar lo que sucede en el ámbito cultural son estas linduras muestra más que suficiente.

Ausencia de educación básica bastaría., más es el asunto que, ademas de que estaban demasiado ocupados en la tarea de sobrevivir o de sacar provecho, la comodidad personal sólo parecía resolverse con el escape a nuevos horizontes conocidos sólo mediante referencias. Es prácticamente increíble la fluctuación dramática de los censos cada vez que se presentaba cualquier crisis, sin importar sus características.

Obsérvese que en los aproximadamente cuatro siglos que duraron la Conquista y la Colonia, no hubo música culta, no hubo pintores, no hubo narradores, la creación poética casi nula, y sólo nos queda como muestra teatral el cantaleteado “Entremés de Cristóbal de Llerena”.

Esto, aparte del desarraigo cardinal, que se refleja en la falta de amor a lo propio.

Y esta consecuencia tiene que ver con la anulación de la voluntad de los taínos, con la profecía de la Reina Isabel y con las características relajadas, aunque consecuencialmente justa de los africanos.

Veamos:

El arte más solicitado es la poesía, indudablemente la más libérrima expresión artística., carecemos de pintura académica, o por lo menos conocedora de sus reglas fundamentales (dibujo, composición y otras)., la música culta es más escasa que la honradez., no es suficiente, aunque muy popular, el arte de la danza profesional, favorita de las madres, abuelas y tías., el cuento corto, no necesariamente correcto, abunda porque supuestamente ocupa poco tiempo., la novela, solamente en años recientes a crecido considerablemente...

¿ Y el teatro...Abunda, sí., pero, ¿ Cómo

Hablemos ahora de las especificas características de nuestro acontecer escénico.

a.- De la dramaturgia primero. Es éste un arte que tiene reglas precisas (en cierta forma parecidas a las del cuento), las cuales son tenazmente desatendidas por los escritores dominicanos para la escena. Por supuesto, esto implica estudio y sobre todo sujeción a pautas.,

b.- De la Dirección teatral, ahora. También ésta tiene sus cánones mas basta con la buena intención (¿lo será) para que cualquiera se lance a tan comprometedora empresa, sin saber no sólo esto, si no también los intríngulis escenografitos, vestuaristas, luminotécnicos y demás.,

c.- Le toca a la actuación. Ahí si se siente que todos pueden convertirse en estrellas. Por supuesto están las reglas., pero es más fácil saltar y gritar de manera circense que enfrentarse al perfeccionamiento de la voz, el cuerpo y el sentimiento, instrumentos indispensables., y

d.- Mejor no hablemos de los aspectos técnicos.

Esta es la Situación del Teatro en un país del Tercer Mundo”., específicamente el nuestro, el de la República Dominicana.

Pero nuevo relacionado con la condición geográfica, la genética y la circunstancialidad histórica, resulta y viene a ser que el ente local tiene la inefabilidad taína, la testarudez ibérica y la liberalidad negroide., es favorablemente inocente, indudablemente osado y espedidamente creativo.
Y estas son poderosas razones para la supervivencia en todos los aspectos.
Para sólo citar un caso: el electricista resuelve los problemas de la carpintería, de plomería o de jardinería.

Y yo no me escapo a eso: no acepto un no como respuesta., si me propongo hacer algo, me descojono para llevarlo a cabo, si bien no esté el asunto entre mis habilidades congénitas. Aunque debo reconocer que en mi caso me preocupo por educarme en los principios fundamentales que se relacionen con la empresa.

La creatividad es, entonces, la principal virtud., pero no deberíamos conformarnos con ella. Es un compromiso mejorarnos para, en consecuencia, mejor, mejorar nuestro arte y nuestra comunidad y nuestros país.

No hablemos de la falta de apoyo privado o gubernamental., unos más, unos menos, no se sienten ellos obligados a cooperar con actividades que no aportan considerables beneficios económicos y que por sólo aportan lucimiento a los interesados. Por supuesto, hay que gritar, por aquello de que “el que no llora no mama”., pero no podemos cifrar nuestras esperanzas en otros que no sienten igual que nosotros.

La nuestra es una actividad personal, y por lo tanto somos responsables de su buen futuro. Aparte de una vacuna contra la desilusión., el tesón, el estudio y la profesionalidad son nuestras armas.

Con ellas, sin importar mucho la depauperada condición social (no es esto nada nuevo), podremos intentar salir del subdesarrollo cultural, y por supuesto, así colaboraríamos positivamente con la superación de la situación nacional, que es tan desesperada como nos parece.

Perdonen por la dureza de aquellas palabras que ocuparon tres cuartas partes de esta noche. Ya sé que a nadie le satisface que le”echen boches”, comenzando por si mismo. Pero es solamente enfrentándonos a nuestras realidades que podremos superarlas. ¡Y así espero que sea!.

Es todo por ahora. Vengan las pregunta o las protestas.

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