Sobieski Suvarov
La “Monja Fantasma”, autora de la obra de teatro en dos actos El Mal De Un Buen Médico, existe. Se llama Dolores Álvarez, es española y Mercedaria de la Caridad. No ha muerto y está viva, a pesar de que publicó su drama hace 24 años, el 12 de marzo de 1982., cuando vivió en San Juan de la Maguana, ejerciendo su ministerio. Nunca se llegó a poner en escena, a pesar de que su contemporánea “Papeles Volteados” del dramaturgo sanjuanero Nicolás Mi-
chelén, sí fue llevada a las tablas, precisamente por el teatrista Edgar Valenzuela.
Esta obra fue descubierta por mí, a raíz de estar investigando con el tambien sanjuanero José Enrique Méndez (Ike Méndez), al asumir nosotros la realización de la tan anhelada Antología de Escritores Sanjuaneros.
Un Poco De Historia
En la tertulia itinerante de octubre, 2002, celebrada en nuestra ciudad en la casa de los hermanos Doris y Tulio César Montes de Oca Lazala, se tocó el tema de la famosa “necesidad” de hacer este trabajo. Era harto conocido que el profesor Rafael Ernesto Herrera (“Yaque”), tenía en preparación, una antología, pero referida solamente a poetas sanjuaneros. Este “trabajo de investigación”, nunca ha aparecido, ni en vida del profesor ni después de su muerte.
Tampoco es un secreto pues se ha mencionado en algunos lugares públicos, que el poeta Rafael Pineda, ha mostrado interés en hacer una “antología de poetas sanjuaneros. Sobieski De León Lazala, alumno dilecto del profesor Yaque, siempre ha tenido la misma idea, pero en grande, mucho más amplia,debido a que le tortura que San Juan de la Maguana, no tenga su propia antologia, detrás de pueblos como Monte Plata, para mencionar tan sólo uno, que
siendo una ciudad hecha provincia hace menos de 15 años, tiene antología.
Las Matas de Farfán, una común de la Provincia San Juan, puede enorgullecerse de tenerla.
En aquella tertulia, con la asistencia del renombrado poeta Víctor Villegas, del novelista y cuentista Avelino Stanley, quien disertó para la ocasión sobre “La Impresión de una Obra Literaria”, el médico y escritor Rafael Correa, y el obispo José Dolores Grullón Estrella, entre otros, se planteó la urgente tarea de llevarla a cabo de una vez por toda. Se planteó como una “necesidad colectiva” de la ciudad. ¡Trabajo pesado y no remunerado que nunca nadie ha querido asumir!. Como siempre, uno de los contertulios propuso desde la tertulia que el trabajo lo asumieran las siguientes personas presentes en la reunión: Sinecio Ramírez, Roberto Canario, Edgar Valenzuela, José Enrique Méndez, Sobieski De León y Rafael Pineda (que no estaba presente en la tertulia).
Sinecio, declinó por razones personales de “ocupación”; el poeta Pineda, que siempre ha tenido un espíritu enigmático, no estaba presente pero dudamos que hubiera aceptado por estar en esos mismos menesteres, aunque de manera individual; el poeta Canario, ni se dio por enterado. Sólo tres aceptamos el reto: Edgar, José Enrique y yo.
Del Lic. Edgar Valenzuela, el poeta Pineda, había dicho una vez en público en una de las reuniones de los “Escritores del Sur”: “!Ya sabrán ustedes quién es Edgar Valenzuela!”.
Bien pronto, Ike Méndez y yo, lo supimos. El poeta Pineda, tuvo “boca de chivo”. Fue como un perdigonazo preparado y disparado a la cabeza a quemarropa; fue sencillamente, un acto de “alta traición”, no sólo a nosotros dos sino a, San Juan de la Maguana.
El señor Lic. Edgar Valenzuela, bien pronto demostró un aceleramiento inusitado, sintomático, anormal . Se quizo constituir en guía y batuta del grupo, pero estaba equivocado. Ni era más inteligente que nosotros, ni más viejo, ni más listo. Ninguna de las tres cosas. Quería que acopiáramos rápido y termináramos rápido la “antología”. ¡Imposible!, dijimos Ike y yo. Me dí cuenta que el señor licenciado, no tenía la menor idea de la importancia del trabajo.
Se lo comuniqué a Ike, y nos mantuvimos en guardia a partir de ese momento. Tampoco era “el que más trabajaba”, esto lo digo con conocimiento de causa. Hablaba mucho y hacía poco. Empezó a hacer un extraño cronograma en su computadora, o mejor dicho a poner a otro a que se lo hiciera, en donde él aparecía como el “más trabajador”. Ike, era incansable digitando textos en su P.C., y yo, buscando e investigando obras a seleccionar. Incluso venía a nuestras reuniones con “cosas” que ya Ike, había hecho y digitado como por ejemplo, todo lo referente al autor sanjuanero Victor Garrido Puello, y su hermano E.O. Garrido Puello. Yo, aparecía como un idiota haragán y poco productivoen el “cronograma de trabajo” hecho en “su casa”. ¡Que bárbaro!
Recuerdo su cara de iluminado cuando me aparecí con: El Mal De Un Buen Médico, de la monja española residente en San Juan, Sor Dolores Alvarez.
Su nombre aparecía agregado después del nombre de la monja, porque él, como “teatrista famoso” en esa época, le hizo cierta correcciones de estilo. Agradecida, la monja no tuvo ningún inconveniente que su nombre apareciera junto al de ella. Eso era precisamente lo que el señor Lic. Edgar Valenzuela, hacía con las obras de teatro de su hermano Angelo Valenzuela. Nunca se ha visto una obra de Angelo, con el nombre de Edgar, al lado. ¡Con la monja, fue diferente!
La obra trata sobre “el rechazo al aborto”; es, “un canto a la vida”. Comprensible en una monja este tema, sobre todo que ella trabajaba con la juventud como parte de su ministerio, siendo al mismo tiempo una activista cultural.
Quería mandarle a esa misma juventud un mensaje positivo de “respeto a la Vida”. Pero como Angelo, no tenía entonces experiencia en escribir teatro y organizar los diálogos. Lo correcto hubiera sido que, como en las canciones, donde se especifica quién es el autor de la letra, quién el de la música, quién el “arreglista”, y quién el cantante. Esto era lo correcto. ¡Es lo correcto! Un “arreglista”, no es el autor de una composición musical.. El texto original debió incluso decir: “El Mal De Un Buen Médico”, autora, Dolores Alvarez, corrección de, Edgar Valenzuela. Pero esto no es usual en obras literarias. En música sí, pero no en literatura.
Puede incluso existir un poema escrito “a dos voces”, y hasta “a tres voces”, como hay composiciones para piano “a cuatro manos”. O incluso, como “corriente vanguardista” se podría intentar un cuento y hasta una obra de teatro a “dos manos”. Pero si se lee con ojos críticos El Mal De Un Buen Médico, se verá que sólo tiene “un aliento vital”, “una voz monotónica”, una “única inspiración profunda y definitiva”, la de sor Dolores Alvarez, una monja que todavía no ha pasado a ser parte de los fantasmas.
ACTO TERCERO: “BARRIGA NO GRATA”, UNA OBRA
LLENA DE LADILLAS
Continuará…
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