Acto Tercero…y último
Sobieski Suvarov
La obra “Barriga No Grata”, registrada posiblemente entre los meses de marzo-mayo del 2005, en la Oficina Nacional de Derechos de Autor a nombre de Edgar Valenzuela, es un vulgar plagio mal hecho del drama en dos actos “El Mal de un Buen Médico”, cuya autora lo es la monja española, Sor Dolores Alvarez, residente durante un tiempo de su ministerio en San Juan de la Maguana, y publicada en esta ciudad el 12 de marzo de 1982. Entre el original y la copia, media un trecho de 22 años, lapso que el copista creyó que el tiempo había borrado. Esto lo llevó a expresar con euforia: “La Monja Fantasma…no existe”.
Hemos dicho en nuestro primer artículo sobre este tema, que investigando obras y autores sanjuaneros junto con el metapoeta José Enrique Méndez Díaz, con mira a la realización de una “Antología de Escritores sanjuaneros”, descubrí dicha obra de teatro. La obra me la facilitó una
ex – monja, a quien pregunté si la misma había sido puesta en escena alguna vez, ya que no residía para esa época en mi ciudad natal. Me respondió que no. Un dramaturgo y actor activo que compartió escenario social con Sor Dolores Alvarez, el brillante Nicolás Michelén, autor de la comedia “Papeles Volteados”, tal vez la obra de teatro sanjuanera que mayor número de veces ha sido montada, no recuerda que El Mal de un Buen Médico, haya sido representada en las tablas. En agosto, 2004, cuando Wilson Roa, conocido actor y director de teatro sanjuanero no soñaba siquiera con un cargo de la Secretaria de Estado de Cultura en San Juan, ni mucho menos que iba un día a decirle tres verdades a quien se jactaba de ser “su maestro”, le hicimos la misma pregunta en nuestra condición de investigador. Que él supiera, nunca esa obra se había montado en San Juan de la Maguna. Me he acogido pues, a esas respuestas de protagonistas de la época en que apareció El Mal de un Buen Médico.
Qué nos importa a nosotros que dicha obra se haya puesto o no en escena? Me circunscribía simplemente a mi papel de recolector de datos con mira a la publicación de una antología. Explico con claridad, aunque sin entrar en mucho detalles, cómo el plagiador, que originalmente era miembro del colectivo que realizaría la antología sanjuanera, traicionó el proyecto abandonándolo y tomando todo lo concerniente a nuestro trabajo colectivo referido a los autores sanjuaneros, para hacer más tarde otra obra plagiaria, la inapropiadamente llamada “Antología de Escritores delSur de la Isla, como si escritores de Jacmel, o de Puerto Príncipe, por ejemplo, estuvieran presentes en “su obra”. Tal vez quería decir, “del Sur de la República Dominicana”.
Para el 24 de enero, 2006, a dos años de haberse iniciado el proyecto y aproximadamente un año de la traición, habíamos redactado una carta dirigida al señor Edgar Valenzuela, llamándolo por su verdadero nombre.
José Enrique, que conocía los términos y tenía copia de ella nos dijo: “No tiene sentido mandarle esa carta; déjalo, que él mismo se sacó del grupo”.
Se refería a que en ella le comunicábamos que había sido expulsado de nuestro proyecto colectivo de la Antología de Escritores Sanjuaneros, quedando con esa responsabilidad, José Enrique y yo.
Para esa fecha el copista anunciaba con bombos y platillos la próxima puesta en circulación de “su obra”: Antología de Escritores del Sur de La Isla. ¡Qué descaro! Ni siquiera fue capaz de escribir algo original que no fuera “una antología”. Y más aún, que la parte correspondiente a nuestra ciudad, era “nuestro trabajo colectivo” y no tenía derecho a tocarlo. El mismo había planteado y todos lo aprobamos, que antes de que saliera la “antologia de San Juan”, nadie podía publicar parte de lo que teníamos investigado. El mismo, violó su propia propuesta. Una vez más demostraba que no tenía originalidad, que no era mas que un vulgar copista, un plagiador.
Demostraremos enseguida lo que afirmamos.
“Su obra”, Barriga No Grata, título poco estético por cierto, y que mas bien debió llamarse “Ladillas No Gratas”, era una vulgar copia de El Mal de un Buen Médico, de Sor Dolores, M.C., copia muy mal hecha y llena de vulgaridades, tanto en la elección de las palabras como en la
intensión de los diálogos, que cambia por completo el planteamiento original del drama.
El copista lo borra todo de un plumazo. Cambia el texto y el contexto de la obra original. Debió “conformarse” con que la Hermana Mercedaria de la Caridad, por caridad, dejó que su nombre estuviera al lado del de ella, dando la impresión de que eran “dos los autores”, de que era una obra escrita “a dos manos”. Su mediocridad lo llevó a pensar que porque había transcurrido un lapso de 22 años desde la aparición de la obra, nadie iba saber la verdad, cometiendo la infamia de sacar como autora a la verdadera autora y poniéndose “él solo”, como autor de esa copia bizarra, frankeinsteniana, que llamó Barriga No Grata. El copista lo borra todo de un plumazo. Cambia el texto y el contexto de la obra original; debió “conformarse” con que la Hermana Mercedaria de la Caridad, por caridad, dejó que su nombre estuviera al lado del de ella,
dando la impresión de que eran “dos los autores”, de que era una obra escrita “a dos manos”. Su mediocridad lo llevó a pensar que porque había transcurrido un lapso de 22 años desde la parición de la obra, nadie iba saber la verdad, cometiendo la infamia de borrar como autora a la verdadera autora y poniéndose “él solo”, como autor de esa copia bizarra, frankeinsteniana, que llamó Barriga No Grata.
Aparición de un Falso Autor
Entre bastidores, regó la voz de que estaba haciendo “un arreglo” a: El Mal de un Buen Médico. Ya se creía un “antologista libre”. Podía hacer lo que le viniera en gana, sobre todo, que ahora tenía un buen cargo en el gobierno y se sentía apoyado.
Trabajó “su nueva obra” con la celeridad con que le gustaba cocinar las cosas.
Epigrafió a Neruda: “…Y no me encontrarán entre los libros…” :
¡Claro!, cómo iban a encontrarlo entre los libros si no era un verdadero autor, un autor original, auténtico. El, lo sabía; determinó que su obra se llamaría “Barriga No Grata” . En esta ocasión, no encontró quien le sugiriera varios títulos para él, genialmente, escoger uno de ellos. “Su obra”, sería un drama de un acto único, y su único autor, sería él. Los personajes serían dos, una tal “Señora Gómez”, y el mismísimo Dr. Morillo, que aparece en el original. De un plumazo borró del mapa al Dr. Ñañez, y a Susy, la hija de la “Señora”. En la obra plagiada hay cuatro personajes: Señora, Dr.Morillo, Dr. Ñañez y Susy (hija de la Señora), todos presentados en dos actos.
El copista comenzó su bizarría “iluminando el consultorio”; acto seguido dice: “En el centro, en una camilla sobre ruedas, está la Señora Gómez, con las piernas abiertas, boca arriba…”(¡diablo, que entrada más soez!), “al fondo, frente a ella, el Dr. Morillo, examina su vagina…” “…el Dr.
Morillo, aplica un spray en la vulva de la Señora Gómez…”.
Que vulgaridad, apreciamos nosotros. El doctor, examina una vagina, y luego aparece echando un spray a la vulva. Vagina y vulva, no es lo mismo. Ni es ésa, la forma en que examina un profesional de Ginecología y Obstetricia. Además no es cierto, no está acorde con la “realidad”, que: “en medio de los consultorios de los ginecobstetra –o de cuaquier otro-- médico-, haya una camilla de ruedas”. Eso no existe en un consultorio médico. Podría existir en una “Emergencia” de Hospital o de Centro Médico Privado, y aún ahí, siempre hay una mesa o camilla de exámen ginecológico, colocada a un lado de la habitación y discretamente ubicada.
Un exámen ginecológico no se hace en una “camilla de ruedas” sino en una camilla ginecológica, de ésas que se parten en dos en uno de sus extremos, y que tienen adaptadores de estribos para que la paciente coloque sus piernas elevadas y separadas, es decir en “posición ginecológica”.
Sólo así podríamos ver de frente el periné, exactamente donde está colocada la vulva.
La vagina es otra cosa. Es un conducto que parte desde el “introito” hasta el cuello del útero, profundamente en pelvis. El Dr. Morillo, no tenía que buscar absolutamente nada en la vagina de la Señora Gómez; sobre todo que se supone, aunque el copista no lo dice en la entrada de “su obra”, mientras que el lector, o el público, sí lo sabe desde el principio en la obra original. Estos son los “pequeños deslices” en lo que un mal copista incurre subconscientemente, que terminan siendo las pequeñas pistas que denuncian su “crimen perfecto”.
Se supone pues, que la Señora Gómez, está embarazada, porque es de aborto, al fin y al cabo, que ella irá a hablar a ese consultorio. Este, es el tema central que nunca se abandona en el original. No así en el plagio no grato, donde todo se trastoca, se traspone, se trastorna..
Meterle los dedos en la vagina a una mujer embarazada equivale –por torpeza y resconocimiento obstétrico-, a provocarle un aborto. Y es esto precisamente lo que se trata de evitar. En conclusión, el inicio de esa nombrada “obra de teatro”, es tambien una copia mala de la “realidad”; desconoce “su autor”, cómo es un consultorio de un ginecobstetra y sabe mucho menos, cómo se hace un exámen ginecológico.
El “autor” de “Barriga No Grata”, no introduce “su obra”. No sabe el lector o el público, por qué esa tal Señora Gómez, está en ese consultorio; aunque bien pronto sabe otra cosa: Que está allí porque está llena de ladillas y ha ido a consultar.
- “¿Cómo se dió cuenta que eran ladillas?”, pregunta un asorado Dr.Morillo. Sólo un médico estúpido podría hacerle semejante pregunta a su paciente. –“El otro día noté que me habían salido como lunares entre los pelos; supe que eran ladillas cuando me arranqué una y la vi moviendo las paticas”. Lo del parecido a “lunares”, es cierto, pero eso de “verles las paticas” sólo existe en la imaginación de ese “creador”. Cuando se estudia Medicina, y se hace práctica de Parasitología, uno comprueba que sólo con un microscopio, podríamos verle bien “las paticas” a las ladillas.
Barriga No Grata, cambia todo el texto y contexto de la obra de Sor Dolores. El plagiario, debió conformarse con que la Hermana Mercedaria de la Caridad, permitiera su nombre al lado del de ella; así, daba la impresión de que los dos, eran los autores de El Mal de un Buen Médico.
Su primer gran error, fue romper con el colectivo de antologistas, apropiarse de una copia de la obra, esperar un tiempo, que tal vez él juzgó prudente,reformarla (¡aquí cometió un crimen, provocó un “aborto”!), ir a la Oficina Nacional de Derecho de Autor, declararla como hija suya, con lo que se ponía en “Onda”, como “autor”; luego, invertarse un verdadero fantasma llamado ATESUR, evocar otro, que ni como fantasma existe ya llamado “Teatro Barriga Verde”, hacerle montar, imbuido de prepotencia gobiernista su adefesio teatral, al director del Grupo Teatral Caretas, Wilson Roa, que sí existe, en la III Feria Regional del Sur, de junio, 2005, donde se hace “publicar” en la obra, Trilogía de Dramaturgos del Sur, como dramaturgo junto a los famosos dramaturgos sanjuanero Nicolas Michelén (que él dice, es su alumno), y su hermano, Angelo Valenzuela, que después de Ulises Hereaux Ogando, es el mejor dramaturgo de San Juan de la Maguana.
En enero,2005, se “estrena” delirantemente con la parafernalia del señor Secretario de Estado de Cultura a su lado como apadrinándolo, tanto en Santo Domingo, como en su ciudad natal, y creyéndose que por fin, tenía a Dios, cogido por el rabo.
Este “autor”, en “su obra” menciona cinco veces la palabra “ladillas” en apenas sus dos primeras páginas. ¿Cómo se llama la obra?: “Ladillas No Gratas”. El Dr.Morillo, regala a la Señora Gómez, “un spray mata-ladillas para que lo lleve siempre en su cartera y lo use cada vez que se revolteen las ladillas”.Una vez mas demuestra que no sabe, ni siquiera, cómo se matan las ladillas.
La Señora Gómez, del copista, tiene 29 años de edad; es una mujer de baja estofa, una “cualquiera”: sólo un tipo de mujer así, consigue fácilmente ladillas. La otra Señora, la de Sor Dolores, es una señora decente, honorable, que desesperada por su situación económica quiere hacerse un aborto.
Hemos dicho que los personajes eran cuatro y el plagiario borra dos, entre Ellos a Susy, la hija de la Señora.
Veamos lo que ocurre: A Susy, niña de 8 años, la cambia por una muñeca,sobre la que va a hacer descargar todos unos sentimientos de culpa para provocar en la Señora “un rechazo a la acción del aborto”. Este “recurso” lo extrae de la obra teatral: La Empresa Perdona un Momento de Locura, del dramaturgo venezolano Rodolfo Santana, de quien el copista se declara, discípulo. Imita pues, lo que hace Rodolfo Santana, es decir, lo copia.
Veamos una tercera copia del copista.
En “Barriga No Grata”, el Dr.Morillo, se niega a hacer el aborto a la Señora Gómez. Veamos por qué “…No puedo hacer abortos, dice; tengo razones personales para no hacer abortos”. “Dejé de hacerlos porque la única hija que tenía, murió a causa de un aborto; en lugar de decírmelo a mí, se puso en mano de un carnicero; yo quisiera que usted viera como quedó el cuerpo de esa criatura; apenas tenía 17 años…” (o sea que los hacía, y éste es un desliz más del copista, porque el Dr. Morillo, de Sor Dolores, M.C., ¡nunca hizo un aborto, sino el Dr. Ñañez!).
En esta parte, el “dramaturgo copista” copia al Dr. Eusebio Rivera Almodóvar, ginecobstetra real y escritor real dominicano, autor de dos obras; Mis Días de Frío, obra testimonial de sus días como médico pasante en la ciudad de Constanza, y del libro de cuentos: Sueños de Ojos Abiertos. En éste último, hay un cuento sobre el aborto en donde “…la hija de un médico, muere a manos de un abortero, que Almodóvar, llama “carnicero”; el médico al ver el estado desastroso en que dejaron a su hija, lamenta que ésta no hubiera tenido la confianza de comunicarle su estado de embarazo…”
¡Para buen entendedor!
Los copistas pues, no son originales, no tienen el don de crear; el verdadero artista, es aquel que “crea”, aunque tenga una que otra influencia de otros autores que lo hayan influido. Cuando a Isabel Allende, le dicen: “Usted escribe como Gabriel García Márquez”, el envidioso que se lo dice, quiere herirla porque la sabe igualmente exitosa como García Márquez. Ella, responde con humildad: “Es el mejor elogio que he oído a mi obra”. Si leemos a Allende, es cierto que nos recuerda mucho al colombiano, sin embargo, todas las historias que la chilena cuenta, son historias “chilenas”, historias de ella, y no garcía-marquianas. Isabel Allende, es entonces una autora sin comillas. Una autora real.
El copista no se dio cuenta de lo que mutilaba
Cuando amputó de la obra original al Dr. Ñañez, el copista no se dio cuenta de lo que mutilaba (¡otro desliz!). El Dr. Ñañez, juega un papel importante para Sor Dolores. Representa en la obra, la otra cara del Dr. Morillo.
Es el médico joven, capacitado y triunfador económicamente, pero corrompido, capaz de cualquier cosa. Es un médico sin ética, sin moral. Es este personaje precisamente quien le da título a la obra: El Mal de un Buen Médico. Y es un médico que no le importa comercializar con su ciencia; Sor Dolores, lo contrapone al Dr. Morillo, que representa al médico de “principios”.
Los argumentos que usa para convencer a “su pacienta”, son corteses, civilizados, académicos: incluso en la obra “le da folletos educativos” a su pacienta, para que junto a su esposo, los estudien en su casa con calma, y le da cita para otra ocasión, para que tenga tiempo de reflexionar sobre lo que pretende hacer con su embarazo. El Dr. Morillo, le hace una recomendación extraña a la Señora: “…en la próxima cita, tráigame su hija a la consulta…” La hija de la señora tiene 8 años de edad.
Entonces, cuando llega el anunciado día, la niña, presente entre el doctor y la paciente, juega su papel. El doctor, da una espada a la señora para que asesine a su propia hija. La señora, se horroriza a través de esta intensión diabólica, de este acto repulsivo, convenciéndola mediante este ardid, que no debía hacerse el aborto porque “ era lo mismo que estaba pensando hacer con el niño que llevaba en su vientre”.
El final de la obra es feliz. El Dr. Morillo, triunfa sobre la idea abortista de la pacienta, que es lo que pretendía Sor Dolores, en su obra. Podemos decir que la filosofía de la Iglesia, triunfa, sobre los argumentos cientistas del Dr. Ñañez.
No ocurre así en la “obra” del plagiador. El final, es un sólo desastre, una hecatombe moral, un Dr. Morillo, que se deja llevar por una “puta”, él mismo juzgando de “puta” a su pacienta, ofreciéndole trabajo en su propia clínica “para ayudarla a resolver su problema económico, enredándose afectivamente con su pacienta, acariciándose mutuamente, diciéndose palabras melosas de amantes, en un consultorio, la pacienta terminando abofeteando al doctor, y el doctor a su pacienta, celoso “porque descubre que tiene dos chulos, uno para que le mande dinero del extranjero, y el otro para que le resuelva sus apremios carnales”.
Una vulgaridad en la que no tiene que meterse como “personaje” ningún “dramaturgo” excepto que sea un hacedor de teatro callejero. Por eso el copista termina demostrando que no tiene dominio sobre lo que se había planteado, sencillamente porque no tiene madera de creador inspirado en la realidad, sino en obra ajena.
–continúa- todavía falta más…
Sobieski Suvarov
La obra “Barriga No Grata”, registrada posiblemente entre los meses de marzo-mayo del 2005, en la Oficina Nacional de Derechos de Autor a nombre de Edgar Valenzuela, es un vulgar plagio mal hecho del drama en dos actos “El Mal de un Buen Médico”, cuya autora lo es la monja española, Sor Dolores Alvarez, residente durante un tiempo de su ministerio en San Juan de la Maguana, y publicada en esta ciudad el 12 de marzo de 1982. Entre el original y la copia, media un trecho de 22 años, lapso que el copista creyó que el tiempo había borrado. Esto lo llevó a expresar con euforia: “La Monja Fantasma…no existe”.
Hemos dicho en nuestro primer artículo sobre este tema, que investigando obras y autores sanjuaneros junto con el metapoeta José Enrique Méndez Díaz, con mira a la realización de una “Antología de Escritores sanjuaneros”, descubrí dicha obra de teatro. La obra me la facilitó una
ex – monja, a quien pregunté si la misma había sido puesta en escena alguna vez, ya que no residía para esa época en mi ciudad natal. Me respondió que no. Un dramaturgo y actor activo que compartió escenario social con Sor Dolores Alvarez, el brillante Nicolás Michelén, autor de la comedia “Papeles Volteados”, tal vez la obra de teatro sanjuanera que mayor número de veces ha sido montada, no recuerda que El Mal de un Buen Médico, haya sido representada en las tablas. En agosto, 2004, cuando Wilson Roa, conocido actor y director de teatro sanjuanero no soñaba siquiera con un cargo de la Secretaria de Estado de Cultura en San Juan, ni mucho menos que iba un día a decirle tres verdades a quien se jactaba de ser “su maestro”, le hicimos la misma pregunta en nuestra condición de investigador. Que él supiera, nunca esa obra se había montado en San Juan de la Maguna. Me he acogido pues, a esas respuestas de protagonistas de la época en que apareció El Mal de un Buen Médico.
Qué nos importa a nosotros que dicha obra se haya puesto o no en escena? Me circunscribía simplemente a mi papel de recolector de datos con mira a la publicación de una antología. Explico con claridad, aunque sin entrar en mucho detalles, cómo el plagiador, que originalmente era miembro del colectivo que realizaría la antología sanjuanera, traicionó el proyecto abandonándolo y tomando todo lo concerniente a nuestro trabajo colectivo referido a los autores sanjuaneros, para hacer más tarde otra obra plagiaria, la inapropiadamente llamada “Antología de Escritores delSur de la Isla, como si escritores de Jacmel, o de Puerto Príncipe, por ejemplo, estuvieran presentes en “su obra”. Tal vez quería decir, “del Sur de la República Dominicana”.
Para el 24 de enero, 2006, a dos años de haberse iniciado el proyecto y aproximadamente un año de la traición, habíamos redactado una carta dirigida al señor Edgar Valenzuela, llamándolo por su verdadero nombre.
José Enrique, que conocía los términos y tenía copia de ella nos dijo: “No tiene sentido mandarle esa carta; déjalo, que él mismo se sacó del grupo”.
Se refería a que en ella le comunicábamos que había sido expulsado de nuestro proyecto colectivo de la Antología de Escritores Sanjuaneros, quedando con esa responsabilidad, José Enrique y yo.
Para esa fecha el copista anunciaba con bombos y platillos la próxima puesta en circulación de “su obra”: Antología de Escritores del Sur de La Isla. ¡Qué descaro! Ni siquiera fue capaz de escribir algo original que no fuera “una antología”. Y más aún, que la parte correspondiente a nuestra ciudad, era “nuestro trabajo colectivo” y no tenía derecho a tocarlo. El mismo había planteado y todos lo aprobamos, que antes de que saliera la “antologia de San Juan”, nadie podía publicar parte de lo que teníamos investigado. El mismo, violó su propia propuesta. Una vez más demostraba que no tenía originalidad, que no era mas que un vulgar copista, un plagiador.
Demostraremos enseguida lo que afirmamos.
“Su obra”, Barriga No Grata, título poco estético por cierto, y que mas bien debió llamarse “Ladillas No Gratas”, era una vulgar copia de El Mal de un Buen Médico, de Sor Dolores, M.C., copia muy mal hecha y llena de vulgaridades, tanto en la elección de las palabras como en la
intensión de los diálogos, que cambia por completo el planteamiento original del drama.
El copista lo borra todo de un plumazo. Cambia el texto y el contexto de la obra original. Debió “conformarse” con que la Hermana Mercedaria de la Caridad, por caridad, dejó que su nombre estuviera al lado del de ella, dando la impresión de que eran “dos los autores”, de que era una obra escrita “a dos manos”. Su mediocridad lo llevó a pensar que porque había transcurrido un lapso de 22 años desde la aparición de la obra, nadie iba saber la verdad, cometiendo la infamia de sacar como autora a la verdadera autora y poniéndose “él solo”, como autor de esa copia bizarra, frankeinsteniana, que llamó Barriga No Grata. El copista lo borra todo de un plumazo. Cambia el texto y el contexto de la obra original; debió “conformarse” con que la Hermana Mercedaria de la Caridad, por caridad, dejó que su nombre estuviera al lado del de ella,
dando la impresión de que eran “dos los autores”, de que era una obra escrita “a dos manos”. Su mediocridad lo llevó a pensar que porque había transcurrido un lapso de 22 años desde la parición de la obra, nadie iba saber la verdad, cometiendo la infamia de borrar como autora a la verdadera autora y poniéndose “él solo”, como autor de esa copia bizarra, frankeinsteniana, que llamó Barriga No Grata.
Aparición de un Falso Autor
Entre bastidores, regó la voz de que estaba haciendo “un arreglo” a: El Mal de un Buen Médico. Ya se creía un “antologista libre”. Podía hacer lo que le viniera en gana, sobre todo, que ahora tenía un buen cargo en el gobierno y se sentía apoyado.
Trabajó “su nueva obra” con la celeridad con que le gustaba cocinar las cosas.
Epigrafió a Neruda: “…Y no me encontrarán entre los libros…” :
¡Claro!, cómo iban a encontrarlo entre los libros si no era un verdadero autor, un autor original, auténtico. El, lo sabía; determinó que su obra se llamaría “Barriga No Grata” . En esta ocasión, no encontró quien le sugiriera varios títulos para él, genialmente, escoger uno de ellos. “Su obra”, sería un drama de un acto único, y su único autor, sería él. Los personajes serían dos, una tal “Señora Gómez”, y el mismísimo Dr. Morillo, que aparece en el original. De un plumazo borró del mapa al Dr. Ñañez, y a Susy, la hija de la “Señora”. En la obra plagiada hay cuatro personajes: Señora, Dr.Morillo, Dr. Ñañez y Susy (hija de la Señora), todos presentados en dos actos.
El copista comenzó su bizarría “iluminando el consultorio”; acto seguido dice: “En el centro, en una camilla sobre ruedas, está la Señora Gómez, con las piernas abiertas, boca arriba…”(¡diablo, que entrada más soez!), “al fondo, frente a ella, el Dr. Morillo, examina su vagina…” “…el Dr.
Morillo, aplica un spray en la vulva de la Señora Gómez…”.
Que vulgaridad, apreciamos nosotros. El doctor, examina una vagina, y luego aparece echando un spray a la vulva. Vagina y vulva, no es lo mismo. Ni es ésa, la forma en que examina un profesional de Ginecología y Obstetricia. Además no es cierto, no está acorde con la “realidad”, que: “en medio de los consultorios de los ginecobstetra –o de cuaquier otro-- médico-, haya una camilla de ruedas”. Eso no existe en un consultorio médico. Podría existir en una “Emergencia” de Hospital o de Centro Médico Privado, y aún ahí, siempre hay una mesa o camilla de exámen ginecológico, colocada a un lado de la habitación y discretamente ubicada.
Un exámen ginecológico no se hace en una “camilla de ruedas” sino en una camilla ginecológica, de ésas que se parten en dos en uno de sus extremos, y que tienen adaptadores de estribos para que la paciente coloque sus piernas elevadas y separadas, es decir en “posición ginecológica”.
Sólo así podríamos ver de frente el periné, exactamente donde está colocada la vulva.
La vagina es otra cosa. Es un conducto que parte desde el “introito” hasta el cuello del útero, profundamente en pelvis. El Dr. Morillo, no tenía que buscar absolutamente nada en la vagina de la Señora Gómez; sobre todo que se supone, aunque el copista no lo dice en la entrada de “su obra”, mientras que el lector, o el público, sí lo sabe desde el principio en la obra original. Estos son los “pequeños deslices” en lo que un mal copista incurre subconscientemente, que terminan siendo las pequeñas pistas que denuncian su “crimen perfecto”.
Se supone pues, que la Señora Gómez, está embarazada, porque es de aborto, al fin y al cabo, que ella irá a hablar a ese consultorio. Este, es el tema central que nunca se abandona en el original. No así en el plagio no grato, donde todo se trastoca, se traspone, se trastorna..
Meterle los dedos en la vagina a una mujer embarazada equivale –por torpeza y resconocimiento obstétrico-, a provocarle un aborto. Y es esto precisamente lo que se trata de evitar. En conclusión, el inicio de esa nombrada “obra de teatro”, es tambien una copia mala de la “realidad”; desconoce “su autor”, cómo es un consultorio de un ginecobstetra y sabe mucho menos, cómo se hace un exámen ginecológico.
El “autor” de “Barriga No Grata”, no introduce “su obra”. No sabe el lector o el público, por qué esa tal Señora Gómez, está en ese consultorio; aunque bien pronto sabe otra cosa: Que está allí porque está llena de ladillas y ha ido a consultar.
- “¿Cómo se dió cuenta que eran ladillas?”, pregunta un asorado Dr.Morillo. Sólo un médico estúpido podría hacerle semejante pregunta a su paciente. –“El otro día noté que me habían salido como lunares entre los pelos; supe que eran ladillas cuando me arranqué una y la vi moviendo las paticas”. Lo del parecido a “lunares”, es cierto, pero eso de “verles las paticas” sólo existe en la imaginación de ese “creador”. Cuando se estudia Medicina, y se hace práctica de Parasitología, uno comprueba que sólo con un microscopio, podríamos verle bien “las paticas” a las ladillas.
Barriga No Grata, cambia todo el texto y contexto de la obra de Sor Dolores. El plagiario, debió conformarse con que la Hermana Mercedaria de la Caridad, permitiera su nombre al lado del de ella; así, daba la impresión de que los dos, eran los autores de El Mal de un Buen Médico.
Su primer gran error, fue romper con el colectivo de antologistas, apropiarse de una copia de la obra, esperar un tiempo, que tal vez él juzgó prudente,reformarla (¡aquí cometió un crimen, provocó un “aborto”!), ir a la Oficina Nacional de Derecho de Autor, declararla como hija suya, con lo que se ponía en “Onda”, como “autor”; luego, invertarse un verdadero fantasma llamado ATESUR, evocar otro, que ni como fantasma existe ya llamado “Teatro Barriga Verde”, hacerle montar, imbuido de prepotencia gobiernista su adefesio teatral, al director del Grupo Teatral Caretas, Wilson Roa, que sí existe, en la III Feria Regional del Sur, de junio, 2005, donde se hace “publicar” en la obra, Trilogía de Dramaturgos del Sur, como dramaturgo junto a los famosos dramaturgos sanjuanero Nicolas Michelén (que él dice, es su alumno), y su hermano, Angelo Valenzuela, que después de Ulises Hereaux Ogando, es el mejor dramaturgo de San Juan de la Maguana.
En enero,2005, se “estrena” delirantemente con la parafernalia del señor Secretario de Estado de Cultura a su lado como apadrinándolo, tanto en Santo Domingo, como en su ciudad natal, y creyéndose que por fin, tenía a Dios, cogido por el rabo.
Este “autor”, en “su obra” menciona cinco veces la palabra “ladillas” en apenas sus dos primeras páginas. ¿Cómo se llama la obra?: “Ladillas No Gratas”. El Dr.Morillo, regala a la Señora Gómez, “un spray mata-ladillas para que lo lleve siempre en su cartera y lo use cada vez que se revolteen las ladillas”.Una vez mas demuestra que no sabe, ni siquiera, cómo se matan las ladillas.
La Señora Gómez, del copista, tiene 29 años de edad; es una mujer de baja estofa, una “cualquiera”: sólo un tipo de mujer así, consigue fácilmente ladillas. La otra Señora, la de Sor Dolores, es una señora decente, honorable, que desesperada por su situación económica quiere hacerse un aborto.
Hemos dicho que los personajes eran cuatro y el plagiario borra dos, entre Ellos a Susy, la hija de la Señora.
Veamos lo que ocurre: A Susy, niña de 8 años, la cambia por una muñeca,sobre la que va a hacer descargar todos unos sentimientos de culpa para provocar en la Señora “un rechazo a la acción del aborto”. Este “recurso” lo extrae de la obra teatral: La Empresa Perdona un Momento de Locura, del dramaturgo venezolano Rodolfo Santana, de quien el copista se declara, discípulo. Imita pues, lo que hace Rodolfo Santana, es decir, lo copia.
Veamos una tercera copia del copista.
En “Barriga No Grata”, el Dr.Morillo, se niega a hacer el aborto a la Señora Gómez. Veamos por qué “…No puedo hacer abortos, dice; tengo razones personales para no hacer abortos”. “Dejé de hacerlos porque la única hija que tenía, murió a causa de un aborto; en lugar de decírmelo a mí, se puso en mano de un carnicero; yo quisiera que usted viera como quedó el cuerpo de esa criatura; apenas tenía 17 años…” (o sea que los hacía, y éste es un desliz más del copista, porque el Dr. Morillo, de Sor Dolores, M.C., ¡nunca hizo un aborto, sino el Dr. Ñañez!).
En esta parte, el “dramaturgo copista” copia al Dr. Eusebio Rivera Almodóvar, ginecobstetra real y escritor real dominicano, autor de dos obras; Mis Días de Frío, obra testimonial de sus días como médico pasante en la ciudad de Constanza, y del libro de cuentos: Sueños de Ojos Abiertos. En éste último, hay un cuento sobre el aborto en donde “…la hija de un médico, muere a manos de un abortero, que Almodóvar, llama “carnicero”; el médico al ver el estado desastroso en que dejaron a su hija, lamenta que ésta no hubiera tenido la confianza de comunicarle su estado de embarazo…”
¡Para buen entendedor!
Los copistas pues, no son originales, no tienen el don de crear; el verdadero artista, es aquel que “crea”, aunque tenga una que otra influencia de otros autores que lo hayan influido. Cuando a Isabel Allende, le dicen: “Usted escribe como Gabriel García Márquez”, el envidioso que se lo dice, quiere herirla porque la sabe igualmente exitosa como García Márquez. Ella, responde con humildad: “Es el mejor elogio que he oído a mi obra”. Si leemos a Allende, es cierto que nos recuerda mucho al colombiano, sin embargo, todas las historias que la chilena cuenta, son historias “chilenas”, historias de ella, y no garcía-marquianas. Isabel Allende, es entonces una autora sin comillas. Una autora real.
El copista no se dio cuenta de lo que mutilaba
Cuando amputó de la obra original al Dr. Ñañez, el copista no se dio cuenta de lo que mutilaba (¡otro desliz!). El Dr. Ñañez, juega un papel importante para Sor Dolores. Representa en la obra, la otra cara del Dr. Morillo.
Es el médico joven, capacitado y triunfador económicamente, pero corrompido, capaz de cualquier cosa. Es un médico sin ética, sin moral. Es este personaje precisamente quien le da título a la obra: El Mal de un Buen Médico. Y es un médico que no le importa comercializar con su ciencia; Sor Dolores, lo contrapone al Dr. Morillo, que representa al médico de “principios”.
Los argumentos que usa para convencer a “su pacienta”, son corteses, civilizados, académicos: incluso en la obra “le da folletos educativos” a su pacienta, para que junto a su esposo, los estudien en su casa con calma, y le da cita para otra ocasión, para que tenga tiempo de reflexionar sobre lo que pretende hacer con su embarazo. El Dr. Morillo, le hace una recomendación extraña a la Señora: “…en la próxima cita, tráigame su hija a la consulta…” La hija de la señora tiene 8 años de edad.
Entonces, cuando llega el anunciado día, la niña, presente entre el doctor y la paciente, juega su papel. El doctor, da una espada a la señora para que asesine a su propia hija. La señora, se horroriza a través de esta intensión diabólica, de este acto repulsivo, convenciéndola mediante este ardid, que no debía hacerse el aborto porque “ era lo mismo que estaba pensando hacer con el niño que llevaba en su vientre”.
El final de la obra es feliz. El Dr. Morillo, triunfa sobre la idea abortista de la pacienta, que es lo que pretendía Sor Dolores, en su obra. Podemos decir que la filosofía de la Iglesia, triunfa, sobre los argumentos cientistas del Dr. Ñañez.
No ocurre así en la “obra” del plagiador. El final, es un sólo desastre, una hecatombe moral, un Dr. Morillo, que se deja llevar por una “puta”, él mismo juzgando de “puta” a su pacienta, ofreciéndole trabajo en su propia clínica “para ayudarla a resolver su problema económico, enredándose afectivamente con su pacienta, acariciándose mutuamente, diciéndose palabras melosas de amantes, en un consultorio, la pacienta terminando abofeteando al doctor, y el doctor a su pacienta, celoso “porque descubre que tiene dos chulos, uno para que le mande dinero del extranjero, y el otro para que le resuelva sus apremios carnales”.
Una vulgaridad en la que no tiene que meterse como “personaje” ningún “dramaturgo” excepto que sea un hacedor de teatro callejero. Por eso el copista termina demostrando que no tiene dominio sobre lo que se había planteado, sencillamente porque no tiene madera de creador inspirado en la realidad, sino en obra ajena.
–continúa- todavía falta más…
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